¿Es posible sentirse
solo, aun si estas rodeado de muchas personas, y un número muy elevado de ellas
te quieran y te consideren parte de sus familias?
Hace 15 años ni se me
ocurría hacerme tal pregunta, parecía una locura de película romántica de
tercera clase. Ahora, esta duda se crea sola, y más pasa mi tiempo como civil,
común y corriente, más entiendo, que tristemente me siento solo. No importa
cuantos conocidos o familiares pueda tener, la soledad que siento es algo de
profundo e íntimo. Algo, que solo personas que hayan vivido experiencias a lo
extremo pueden alcanzar a entender.
Frecuentemente, cuando
estoy solo, físicamente solo, la mente vuela a compañeros y situaciones
lejanas, en el tiempo y en la distancia.
La nostalgia se vuelve
intensa. No me hace falta el trabajo en si mismo, pero si me hacen falta
algunas personas, mas que eso, me hace falta la relación que tuve con muchos de
los camaradas, casi todos con los cuales me encontré a operar junto, brazo a
brazo.
A veces, vuelvo a
vivir emociones probadas en momentos de peligro, o me rio, acordándome las
reacciones de mis amigos a algo de inesperado.
Es cuando la mente
regresa al presente, que aumenta la melancolía.
Hoy en día, no me
puedo quejar de mi vida. Tengo mucho tiempo libre para disfrutar de mi familia,
tengo un trabajo activo que me gusta, y tengo muchos conocidos y parientes que
me acompañan.
Lo que ya no tengo son
las relaciones humanas con mis hermanos. No tengo mas ese entendimiento, ese
enlace, que solo se puede construir sufriendo y viviendo el peligro juntos.
Hubo varias
situaciones, de vida real, en las cuales, con algunos compañeros, no fue
necesario gastar ni una palabra, una simple mirada o un gesto eran suficientes para entender lo que había que hacer, o como
íbamos a salir de una situación crítica.
En mi destacamento, un
equipo de 8-12 operadores, y mas en general en mi unidad, se conocían las
fortalezas y las debilidades de todos, se sabía quién tenía una formación
técnica de un determinado nivel, y hasta donde podía llegar su competencia, y
jamás nadie se atrevía a dudar de las acciones de un compañero. Por ejemplo, si
el operador de las comunicaciones, decía que se podía establecer una
comunicación con un determinado aparato, en una determinada zona, no había duda
que se pudiera lograr. Si yo, como paramédico de destacamento, opinaba que era
una buena solución llevar un determinado equipo por una especifica operación,
la pregunta no era “¿vale la pena llevar ese peso adicional?”, si no “¿cómo
vamos a distribuir el peso extra?”.
Confiar en tu gente,
en tu comandante, en tu compañero, hasta en el operador más joven y recién
llegado, es vital en esta profesión.
No puedo contar
cuantas veces he puesto mi vida en las manos de los demás, y cuantas vidas he
tenido la responsabilidad de proteger.
Todas estas
experiencias crean un vinculo entre hombres que es mas fuerte e intenso de
cualquier amistad o parentesco.
Hoy día, me encuentro
con conocidos y parientes que, por desconocer mis capacidades y mi preparación,
me preguntan si soy capaz de hacer un vendaje por una distorsión a un tobillo o
desinfectar una herida. Ignorando que no hace mucho tiempo, en lugares lejanos
e incomodos, me tocaba hacer procedimientos médicos invasivos, para salvar
vidas, procedimiento que en situaciones ordinarias son de competencia de un
medico en una sala de emergencias de un hospital, con todos los equipos,
enfermeros y asistentes necesarios, y yo lo hacía, de pronto solo y con un
equipo esencial que me cargaba en una mochila de 10 kg, a veces después de días
de camino, o después de un violento tiroteo.
Cuando me pasa eso trato
de no preocuparme, de no hacer caso a las personas que dudan (no por maldad, si
no por desconocimiento) de mí. Desafortunadamente es muy difícil lograrlo. Y
como soy extremamente orgulloso de mis capacidades y experiencias, me crece una
frustración latente y silenciosa. Intento disimular con una sonrisa, pero no se
cuanto eficaz sea, es posible que se note una vena de intolerancia en mi
rostro.
Desafortunadamente
ignoro cual pueda ser una solución para no sufrir en estos contextos, de pronto
solo debo ser paciente, que el tiempo me ayude a superar, y llegaré al punto de
no darme ni cuenta de cuando alguien dude de mis capacidades.
Espero que sea así,
porque no quiero vivir frustrándome cada vez que esto vuelva a pasarme.
Por el momento puedo
solo esforzarme en superar el momento, y una vez mas tengo que agradecer a mi
familia por apoyarme en esta transición, sin ellos, en particular mi esposa, todo sería
enormemente más complicado.