Instinto vs Automatismo


Desde el comienzo de mi carrera militar, antes de conocer con mis ojos el mundo de las operaciones especiales, cuando apenas estaba aprendiendo como ponerme el uniforme y apretar las botas, he escuchado decir -y creer- que un buen soldado necesita poseer automatismos propios, para reaccionar, de forma eficaz y eficiente a una amenaza, un ataque o cualquier contingencia operativa, sin tener que pensarlo.

De vez en cuando, he escuchado algunos militares, sostener que no es suficiente hablar de automatismo, porque según la definición, en un proceso automático hay que involucrar de todas maneras el sistema nervioso, y esto es relativamente demorado, entonces lo más apropiado, en una situación de crisis, sería dejarse guiar del instinto, con el requerimiento que este instinto hay que mudarlo, hay que aportarle nociones de táctica, para que, en el momento de extrema necesidad, el instinto enriquecido, pueda sacarnos del “pantano”.

Personalmente, en todos mis años en uniforme, he tenido la oportunidad de entrar en contacto con un gran número de docentes e instructores militares, de varias nacionalidades, edad, experiencias. Me he demorado muchos años en elaborar una opinión clara sobre este tema.
Hoy, casi en mis cuarenta, con un numero bastante alto de experiencias extremas -tiroteos, atentados, emboscadas, heridos, muertos, traumas, sustos…- desde las cuales he siempre salido con mis piernas (literalmente), he desarrollado una doctrina peculiar sobre el tema.
Creo, y como siempre es solo mi opinión, que el tema hay que enfocarlo desde otro punto.

Un instinto es algo de irracional, y no creo que sea fácil poderlo modificar o entrenar como uno quiera. Es lo que nos permitió sobrevivir desde la antigüedad, utilizando los conocimientos y las bases primordiales. En medicina cuando se habla de instinto, normalmente es para explicar el funcionamiento hormonal en caso de peligro. Dos hormonas, epinefrina y norepinefrina, son las hormonas de la sobrevivencia. En caso de un ataque, en los mamíferos, se produce una abundante cantidad de estos hormones (adrenalina), que ayudan el organismo en simplificar todo, dejando solo dos posibilidades de acción: “fight or fly”, pelear o volar. Nada más. El organismo, si se deja guiar únicamente de su instinto, tendrá estas dos opciones, o pelea con lo que él conoce y ha practicado por toda su existencia, o sale corriendo lo más pronto y rápido posible. Hay un pequeño particular relativamente a la opción del combate. Nuestras dos hormonas “de las emergencias” nos permiten más fuerza, rapidez y agresividad, sin embargo, al mismo tiempo, nos quitan cualquiera racionalidad analítica, o posibilidad de elaborar un plan nuevo, de pronto indispensable, porque es por culpa del plan inicial que ahora estamos en una situación de emergencia. En pocas palabras, cuando el cuerpo está bombeando adrenalina, no podemos hacer nada de complicado o nuevo.
Es fácil imaginar, que estas limitaciones puedan ser fatales en un entorno de alto riesgo y complexidad, como la mayoría de los ambientes donde las fuerzas especiales tienen que moverse, trabajar y ejecutar misiones.
Según la mayoría de los formadores militares, nos quedaría la segunda opción, los automatismos.

Estos son el resultado de los entrenamientos, de las experiencias y de las practicas en un determinado medio. Efectivamente, se presenta como una opción mas racional que el puro instinto. Existe la posibilidad de entrenarlo y formarlo, un automatismo. Se necesita tiempo y energía, pero es una función que se puede elaborar. De todas formas, queda una falla. Es cierto que, en un plazo de tiempo largo, puedo crear varios automatismos para reaccionar a cientos de situaciones…es igualmente cierto, que, terminado el entrenamiento, y catapultado en la vida real, habiendo entrenado pro 100 posibles escenarios, voy a caer en el numero 101, lo cual podría ser algo de nuevo e inesperado, o una mezcla de otras situaciones que sí, se habían considerado, pero individualmente.

Desde estas consideraciones nace mi mantra.

La solución no está seguramente en dejarse transportar del instinto ni tampoco intentar de prepararse para las infinidas posibilidades que se podrían encontrar en el mundo real.
Hay que utilizar la parte racional de nuestro ser, nada de primordial ni automático. El instinto podría llevarnos a correr, cuando hay que quedarse, y el automatismo podría llevarnos a disparar a una persona solo porque actúa de forma similar o le que he visto entrenando, sin necesariamente representar una amenaza.

La parte racional, nuestro cerebro, puede analizar, adaptarse y crear soluciones en el momento de la bisoña, nos permite de comunicar y mejorar en tiempo real. El inconveniente es el tiempo.
El sistema racional puede demorarse algunos segundos para solucionar un problema, y si el problema es materializado en forma de terrorista, en un cuarto, que quiere dispararme, 1 o 2 segundos, para entender si hay que neutralizar o no la posible amenaza, podrían ser demasiado tiempo.
La buena noticia es que el sistema racional se puede entrenar. Es posible entrenarlo en solucionar ecuaciones siempre mas complejas en tiempos reducidos. Cuesta muchísimo esfuerzo y tiempo, mas que cualquiera otra forma de ejercicio, pero es asequible.

Un ejemplo personal: en los primeros días de curso CQB (Close Quarter Battles, combatimientos en ambientes limitados), parte de la formación básica para operador de fuerzas especiales, nos enseñaron a ingresar por una puerta abierta, en un cuarto con iluminación, y disparar a un blanco de papel, posicionado al centro del muro frente a la puerta. En mis últimos años de operador, uno de los entrenamientos era ingresar de noche en un cuarto oscuro, con puerta cerrada, con en su interior, esperándote, un terrorista armado, otro terrorista que se te tiraba encima, peleando con toda su fuerza, y un rehén, que posiblemente podía salir corriendo al momento de abrir la puerta, o simplemente quedarse parado al centro del cuarto, poniéndose entre los terroristas y el equipo de operadores. El objetivo era, eliminar el terrorista armado, inmovilizar el peleador (sin matarlo) y asegurar e identificar el rehén. Esta es una situación extrema donde, tanto el instinto que un automatismo equivocado podrían representar un fracaso.

Uno de los mejores instructores que me formó, y desde el cual he tenido la oportunidad de aprender muchísimo, decía, <<cualquier soldado puede asaltar una casa y disparar a todo lo que se mueve en su interno, pero son muy raros lo que pueden identificar a cuál amenaza hay que dispararle, a cuál inmovilizarla y a cuál simplemente hablarle>>.

Siguiendo esta doctrina, de utilizar el raciocinio en todas las situaciones de alto riesgo, en los años, se va modificando también parte del instinto.
Por ejemplo, entrando en un bar para tomar una cerveza se notan situaciones y personas que un hombre regular no notaria, se perciben posibles amenazas antes que estas se manifiesten completamente. Desde hace poco tiempo me he dado cuenta de un automatismo que se me ha creado, gracias a mi profesión y experiencia. Caminando en la calle, o en un centro comercial, sin nada de especifico que hacer, mi mirada se enfoca siempre en un detalle, las manos de las otras personas. No es una búsqueda obsesiva, simplemente, sin hacerlo voluntariamente, mis ojos siempre caen en las manos de los que me pasan alrededor.
Esta parte automática o instintiva creo que sea una consecuencia natural de un determinado estilo de vida profesional. Lo que tiene que quedar firme es no dejarse transportar de los instintos o automatismos en ningunas circunstancias.
Es importante conocer los efectos de la adrenalina, tener conciencia de cómo nos pueda afectar, porque, así como el miedo, la adrenalina es una reacción natural e indispensable del organismo a una situación de peligro real. Hay que tener la capacidad de controlar tanto el miedo, que las hormonas, y direccionar los efectos positivos de ambos hacia la solución racional del problema.
No siempre es fácil, o inmediato, pero con mucha dedición y entrenamiento se puede lograr, hasta en situaciones increíbles, sin perder el control.

Caída Libre - HALO/HAHO (2)

Les presento un nuevo vídeo de un salto con paracaídas de entrenamiento.



El salto se ejecutó desde un avión de la aviación militar italiana en Italia.
El salto es relativamente sencillo, esta vez sin equipo táctico ni armas. La altura es de 18.000 pies.
Esta actividad fue parte de un proceso de entrenamiento de preparación a una actividad internacional de paracaidismo con procedimiento a oxigeno.


En el vídeo se puede notar que hay mucho tiempo (y espacio) entre los paracaidistas, en siguientes saltos se realizaron varias tareas, formaciones en aire, circuito sincronizados en aterrizaje, y lo mas importante: formación de navegación. Desafortunadamente algunos vídeos no lo podré publicar por razón de seguridad y secreto de los procedimientos del los equipos de fuerza especial.

Por el momento espero que el vídeo sea interesante...lo mas bonito creo que sea la salida de la puerta...y un par de ejercicios en caída.

Soledad.


¿Es posible sentirse solo, aun si estas rodeado de muchas personas, y un número muy elevado de ellas te quieran y te consideren parte de sus familias?

Hace 15 años ni se me ocurría hacerme tal pregunta, parecía una locura de película romántica de tercera clase. Ahora, esta duda se crea sola, y más pasa mi tiempo como civil, común y corriente, más entiendo, que tristemente me siento solo. No importa cuantos conocidos o familiares pueda tener, la soledad que siento es algo de profundo e íntimo. Algo, que solo personas que hayan vivido experiencias a lo extremo pueden alcanzar a entender.

Frecuentemente, cuando estoy solo, físicamente solo, la mente vuela a compañeros y situaciones lejanas, en el tiempo y en la distancia.

La nostalgia se vuelve intensa. No me hace falta el trabajo en si mismo, pero si me hacen falta algunas personas, mas que eso, me hace falta la relación que tuve con muchos de los camaradas, casi todos con los cuales me encontré a operar junto, brazo a brazo.

A veces, vuelvo a vivir emociones probadas en momentos de peligro, o me rio, acordándome las reacciones de mis amigos a algo de inesperado.

Es cuando la mente regresa al presente, que aumenta la melancolía.

Hoy en día, no me puedo quejar de mi vida. Tengo mucho tiempo libre para disfrutar de mi familia, tengo un trabajo activo que me gusta, y tengo muchos conocidos y parientes que me acompañan.

Lo que ya no tengo son las relaciones humanas con mis hermanos. No tengo mas ese entendimiento, ese enlace, que solo se puede construir sufriendo y viviendo el peligro juntos.
Hubo varias situaciones, de vida real, en las cuales, con algunos compañeros, no fue necesario gastar ni una palabra, una simple mirada o un gesto eran suficientes  para entender lo que había que hacer, o como íbamos a salir de una situación crítica.

En mi destacamento, un equipo de 8-12 operadores, y mas en general en mi unidad, se conocían las fortalezas y las debilidades de todos, se sabía quién tenía una formación técnica de un determinado nivel, y hasta donde podía llegar su competencia, y jamás nadie se atrevía a dudar de las acciones de un compañero. Por ejemplo, si el operador de las comunicaciones, decía que se podía establecer una comunicación con un determinado aparato, en una determinada zona, no había duda que se pudiera lograr. Si yo, como paramédico de destacamento, opinaba que era una buena solución llevar un determinado equipo por una especifica operación, la pregunta no era “¿vale la pena llevar ese peso adicional?”, si no “¿cómo vamos a distribuir el peso extra?”.

Confiar en tu gente, en tu comandante, en tu compañero, hasta en el operador más joven y recién llegado, es vital en esta profesión.

No puedo contar cuantas veces he puesto mi vida en las manos de los demás, y cuantas vidas he tenido la responsabilidad de proteger.
Todas estas experiencias crean un vinculo entre hombres que es mas fuerte e intenso de cualquier amistad o parentesco.

Hoy día, me encuentro con conocidos y parientes que, por desconocer mis capacidades y mi preparación, me preguntan si soy capaz de hacer un vendaje por una distorsión a un tobillo o desinfectar una herida. Ignorando que no hace mucho tiempo, en lugares lejanos e incomodos, me tocaba hacer procedimientos médicos invasivos, para salvar vidas, procedimiento que en situaciones ordinarias son de competencia de un medico en una sala de emergencias de un hospital, con todos los equipos, enfermeros y asistentes necesarios, y yo lo hacía, de pronto solo y con un equipo esencial que me cargaba en una mochila de 10 kg, a veces después de días de camino, o después de un violento tiroteo.

Cuando me pasa eso trato de no preocuparme, de no hacer caso a las personas que dudan (no por maldad, si no por desconocimiento) de mí. Desafortunadamente es muy difícil lograrlo. Y como soy extremamente orgulloso de mis capacidades y experiencias, me crece una frustración latente y silenciosa. Intento disimular con una sonrisa, pero no se cuanto eficaz sea, es posible que se note una vena de intolerancia en mi rostro.

Desafortunadamente ignoro cual pueda ser una solución para no sufrir en estos contextos, de pronto solo debo ser paciente, que el tiempo me ayude a superar, y llegaré al punto de no darme ni cuenta de cuando alguien dude de mis capacidades.
Espero que sea así, porque no quiero vivir frustrándome cada vez que esto vuelva a pasarme.

Por el momento puedo solo esforzarme en superar el momento, y una vez mas tengo que agradecer a mi familia por apoyarme en esta transición,  sin ellos, en particular mi esposa, todo sería enormemente más complicado.

La Violencia.


Hay personas intrínsicamente violentas, al otro opuesto, hay personas que no tienen la capacidad de lastimar a nadie, ni físicamente, ni verbalmente, y en algún lugar en el medio, hay el operador de fuerza especial.
No importa que el operador sea de naturaleza tranquila y pacífica, o que sea un “peleón de bar”. Una de las características humanas mas importante y necesaria para ser un excelente operador es la capacidad de discernimiento, ósea entender y actuar de acuerdo a la circunstancia y a la situación.
El operador tiene que diferenciar cuando sea necesaria la violencia y aplicarla en la forma más rápida y agresiva posible, por ejemplo, para neutralizar una amenaza, y al mismo tiempo tiene que mantener la calma y “someterse” a un insulto o al lanzamiento de piedras de parte de niños, pasando en un pueblito Afgano.
Equivocarse en la aplicación de la fuerza en ambos casos puede seguramente causar problemas, en algunos casos fatales…

Para poder cumplir con este requerimiento se necesita un elevado autocontrol, y madurez…dos características muy raras de encontrar en un muchacho de 26 años, que acaba de cumplir con mas de 24 meses del entrenamiento y capacitación más dura físicamente y psicológicamente que un ser humano pueda imaginar.
Saliendo del curso de calificación para operador, la sensación es de haber alcanzado algo de casi imposible, y, a ratos, uno se puede sentir invencible. A distancia de años, y definitivamente con la mente fría, y más años de experiencia y madurez, sin embargo, sigo pensando que esas sensaciones no eran tan lejanas de la verdad.
Personalmente he tenido que madurar mucho también en este aspecto.
Lo que encontré más complicado nunca estuvo la aplicación de la violencia. De pronto porque, una persona que escoja este camino, una de las cosas de que tiene que ser consciente es la necesidad de violencia y el resultado que tal violencia puede llevar, a respecto proprio y de los compañeros, y obviamente de los enemigos.
Al principio de mi carrera encontré complicado el no-actuar, y dejar pasar. En verdad, en ambiente laboral, siempre estuvo relativamente sencillo, sobre todo porque el joven INCURSORE (operador) siempre trabaja junto con otro mas viejo, tanto de edad que de servicio, y este tiene la responsabilidad de guiar y asesorar el joven.
Lo que me salió complicado era no actuar, en particular cuando tenía la conciencia que una aplicación de una bien merecida fuerza-violenta podía hacerme ganar la situación de forma rápida, afuera del trabajo.
El caso más emblemático se me ocurrió en un invierno en Italia, recién regresado de una misión, donde, por necesidad, la violencia había sido aplicada repetidamente.
Era una mañana fría, y con mi papa, y dos perros fuimos a caminar en una zona de montaña cerca de la casa. Después de un tiempo y de mucha charla atrasada por el tiempo que había pasado al exterior, llegamos a un potrero, y allí nos encontramos con dos cazadores (armados) y otros dos perros.
Mis perros empezaron a correr, y lo mismo hicieron los perros cazadores, y los cuatro se encontraron a una distancia intermedia entre las dos parejas.
Inmediatamente empezamos cada uno a llamar sus propios animales, mientras tanto, corriendo rápido, alcancé a los animales que habían empezado una pelea que era algo entre juego y serio.
Al llegar, me tiré de rodilla, y cogí mi perro, el mas grande, y con un grito alejé el otro más pequeño. En un momento las otras tres personas llegaron, y uno de los cazadores hubo la peor idea posible en ese momento, disparó un tiro con su fusil hacia arriba.
Estoy seguro que lo hizo por ignorancia y porque tenía miedo por su perro. Pero ese gesto, prendió un interruptor en mi personalidad.

En una fracción de segundo estaba claro lo que iba a hacer:
Primero inmovilizar uno de los dos perros ajenos, lo cual, por el disparo, se había excitado hasta más, y estaba listo a morderme, segundo el cazador con su fusil todavía caliente, se encontraba parado a menos de un brazo de distancia, lo más rápido era cogerle la pierna con una mano, debajo de su rodilla, y con un golpe rápido de puño y codo, doblarle la articulación, y hacerlo derrotar frente a mí, quitándole la arma, para apuntarla al segundo cazador, que se mantenía a una distancia superior.
La decisión ya estaba tomada, tocaba actuar…
El primer paso lo ejecuté rápidamente y con decisión, así como otros pasos de pura violencia, ya los había practicado en entrenamiento y en la vida real, en un momento el perro, con sus dientes apuntitos estaba acostado en el piso, con una rodilla mía que le bloqueaba la cabeza, y sin ni pensarlo, ya iba coger la pierna del idiota col fusil, cuando un grito y un contacto desde atrás me hizo detener.
Mi padre, creo, que había entendido lo que podía pasar, gritó de parar y me puso una mano sobre mi hombro. Lo mas raro, es que, hasta hoy día, después de más de diez años, no tengo el recuerdo o la sensación, que me puso la mano para bloquearme con fuerza, si no para comunicar que él estaba allí, y que nada de mal iba a pasar.
Gracias a su mano y su voz autoritaria, paré mi plan de ataque.

El cazador que había disparado era en shock, intentó decir algo, pero no se le podía entender. El otro cazador, que probablemente había conciencia que su amigo había exagerado, me quito el perro de abajo mi rodilla y se movió de lado, como para meterse afuera de mi portada.
En ese momento me di cuenta que si la reacción del cazador que disparó estuvo inapropiada, la mía iba a ser extrema, y peligrosamente exagerada.
Entonces, respiré, se me bajó la agresividad, y con voz firme, hacia al hombre con el gatillo fácil, dije “mejor te vallas, porque si vuelves a disparar cerca de mí, hago desaparecer a ti y tu arma”.
El hombre quedó más pálido de lo que ya era, y su compañero, arrastrándolo por un brazo se lo llevo, sin decir nada.
Por fin me pude parar, mi papa, mirándome en los ojos, con su mirada dura y racional, lo único que dijo fue: “no es necesario”.

La verdad me demoré otro rato para volver a un estado de calma, y estoy particularmente agradecido de no haber encontrado los dos cazadores solo. Es probable que hubiera ganado el encuentro, pero a cuál costo?

En los años adentro de mi unidad, y también en situaciones del diario vivir, he aprendido que cada vez que te alistes para una pelea hay que llevar dos bultos, uno para los golpes que se dan, y otro para los golpes que se reciben. Porque la verdad es que nunca hay un encuentro donde no se reciba un golpe, se eso físico o moral.
En fin, nunca val la pena pelear, a menos que no se para salvarse la vida.

Caída Libre - Paracaidismo (2)

Como ya he contado en el articulo sobre el paracaidismo con técnica de caída libre, y en paracaidismo HALO/HAHO (técnica de caída libre con oxigeno), los saltos con paracaídas son una de las actividades peculiares de las fuerzas especiales.

En algunos países la técnica de caída libre es exclusividad de algunos equipos de fuerzas especiales. Por ejemplo, los “green beretsestadounidenses son paracaidistas calificados con equipos automático, ósea, saltos de una altura entre 200 y 400 metros, con un paracaídas de forma redonda que se abre automáticamente en el acto de saltar desde el velívolo, gracias a una cinta con gancho, anclada a un cable interno al avión o helicóptero. De estas unidades de fuerzas especiales, solo algunos equipos están calificados y entrenados en el utilizo de la técnica de caída libre.
En otros casos, por ejemplo, España, hay muchas unidades de varias fuerzas armadas, calificadas en estos procedimientos.

En Italia, la técnica de caída libre es peculiaridad de las fuerzas para operaciones especiales, y de algunos pelotones de reconocimiento de los batallones de la brigada paracaidista “Fologore”. Relativamente los procedimientos a oxigeno de alta cuota, en Italia solo el 9° Col Moschin, mi unidad, tiene la habilitación y la experiencia para ejecutarlos. 

Salto de entrenamiento desde velívolo civil, modelo SKYVAN, desde 18.000 pies.

Equipo completo: mascara media cara con regulador, botella oxigeno, consol de navegación (pegada al pecho, es un modelo bastante viejo), arma M4, y mochila (20 kg)

Revisando la cuota antes la abertura del paracaídas, se puede notar la bolsa (gris) en el lado izquierdo contenente la botella de oxigeno.

Momento de la abertura manual del paracaídas.


La motivación de un soldado


¿Porque arriesgar tu vida y tomar tantos sacrificios? ¿Para qué? ¿Para un país ingrato y un gobierno al cual no le importa?

Estas son preguntas que se refieren a la decisión de ser soldado. Preguntas que he escuchado, no muy frecuentemente, porque son extremamente personales e intimas, pero, si las he escuchada.

En mi caso, la persona que tuvo la facultad y el amor para cuestionarme las decisiones de mi vida fue mi madre.

Supongo que también otros queridos han tenido esta duda, esta curiosidad, pero la que me cuestionó la razones tras de una vida tan extrema y arriesgada estuvo la persona que me donó esa misma vida.

Otros familiares cercanos, como mi esposa y mi padre nunca me han puesto este interrogante, simplemente porque ellos han tenido un entendimiento diferente, profundo, sobre lo que significaba para mí, mi profesión.
Mi padre, siempre tuvo un conocimiento bastante concreto de las fuerzas armadas, y, además, el mismo, tuvo una profesión activa (no militar), arriesgada e intensa por casi toda su existencia, así que el entendimiento para el fue relativamente sencillo..
Mi esposa, por estarme cerca en todos momentos, y tener la percepción de cuanto mi pasión me ha animado y entusiasmado en los años, creo que sea la persona que mas pudo identificar el significado profundo de la profesión del soldado, y en particular del operador de fuerza especial, que, como he contado en “la despedida”, es la máxima expresión de satisfacciones igual que de sacrificios.

Para mi madre, me imagino, que la situación ha sido muy diferente. En primero lugar, por su carácter, y segundo, la naturaleza de ser mama la pone a identificar casi solamente lo que son los aspectos peligrosos, duros, y desventajosos, de pronto es posible que sea una forma de protección hacia su prole.
Además, cada vez que me iba por meses en algún lugar lejano, haciendo cosa afuera del ordinario, ella, mas que todo por autodefensa, prefería no saber ni entender que era lo que se hacía, por ejemplo, en una acción directa en Afganistán.

Entonces, por mas de una década, mi madre, hizo el enorme esfuerzo de aceptar, para su hijo, una profesión que nunca entendió completamente.

Ahora, que ese periodo ya se cerró, no le pesa conocer episodios y situaciones que me tocaron enfrentar en el trascurso de mi carrera (como la operación contada en el artículo Estrés Postraumático).

Me gustaría, poderle explicarle lo que esa vida significó para mí.

Es posible, que haya personas, hombre y mujeres, que hagan el soldado por vocación, por honor a su patria, a la bandera y otros simbolismos profundo y nobles.
Es probable, en Italia por lo menos, que haya militares que decidan entrar a una fuerza armada, porque buscan un trabajo fijo, y de pronto poder ganar algún extra participando en una misión al exterior.

Personalmente, siempre he sostenido que esta profesión no se puede hacer por dinero.
Primero porqué el sueldo de un militar, también sea paracaidista o hasta fuerzas especiales, con todos sus extras, no es un sueldo que permita enriquecerse. Segundo, no hay plata que valga la vida de una persona.

Entonces, ¿qué es lo que me empujó por tanto tiempo?
En mi caso, muy sencillamente, es la conciencia de saber que estaba haciendo algo de extremamente peculiar, actividades, operaciones, experiencias que poquísimas personas en el mundo pueden alcanzar a vivir o tampoco imaginarse.
Por cierto, esta conciencia era puramente intima, tanto que la mayoría de las personas con las cuales yo entraba en contacto desconocía cual era mi trabajo.
Por lo tanto, no era la presunción o el protagonismo de gritarle al mundo cuantos tiroteos me tocaron sostener en la ultima misión, o cuantos terroristas pudimos capturar o eliminar.

Era algo que llenaba mi existencia, que me hacia sentir orgulloso y satisfecho de mi mismo.

Solamente hora estoy haciendo publico lo que yo estuve, y tampoco en este momento lo estoy haciendo por vanidad, solamente porque me ayuda a metabolizar y pacificar mi vida.

Lo que personalmente me pasó, en el trascurso del tiempo, fue sufrir por la razones políticas y económicas, que quedan atrás de las operaciones y de todo el ser Fuerzas Especiales.

Que un soldado sea un dispositivo de un país, y de su gobierno, es parte intrínseca de su ser.
Igualmente, siempre se supo que las misiones en países como Afganistán o Iraq, no se desarrollaban por la paz y la democracia, si no por recursos económicos o intereses internacionales.

Para mí, después de un tiempo, el equilibrio, entre mi motivación a la profesión y las verdaderas razones atrás de las operaciones, empezó a deteriorase.

Así llegue a la decisión de cambiar, cerrar un capitulo y empezar a escribir uno completamente nuevo, de pronto hasta un libro inédito.

Caída Libre - HALO/HAHO

PARACAIDISMO - CAÍDA LIBRE - HALO/HAHO

Una de las actividades, por la cual, todas las fuerzas especiales del mundo son reconocidas, son los saltos en paracaídas, con técnica de caída libre, de alta cuota.

Según la normativa militar de OTAN – NATO (y de la mayoría de los países que utilicen esta técnica), cualquier actividad aérea (sin presurización del velívolo) más alta de los 10.000 ft (circa 3000 m) necesita, obligatoriamente, el empleo de oxígeno.

Quiere decir, que, durante un salto con paracaídas de alta cuota, además de todo el equipo estándar para operar y cumplir la misión en el suelo (armas, municiones, comunicación, protección balística, equipos varios, etc…) el paracaídas (entre 20 y 30 kg, dependientemente del modelo), el operador tiene que cargarse también una botella metálica de oxígeno, con su regulador, tubo y mascara.

Además de esto hay que considerar dos factores determinantes: la temperatura y el tiempo.

Si el salto es de tipo HALO (High Altitude Low Overture), ósea, alta cuota y baja abertura (del paracaídas) el tiempo de permanencia en aire, con exposición a temperaturas extremas (sin dificultades en un salto 18-20 mil ft se alcanzan los -40°C) es relativamente corto.
Las consideraciones cambian si el salto es de tipo HAHO (High Altitude High Overture), alta cuota y alta abertura. Esta es la tipología que presenta mas problemáticas, debidas al tiempo de permanencia a bajas temperaturas, sin embargo, es el salto que permite a un equipo, bien entrenado, de desplazarse por muchos kilómetros y llegar en el área objetivo, sin riesgo que el enemigo o los civiles puedan individuar el aeromóvil, que volará a la misma cuota de los aviones civiles, y bien lejos.

El salto que les voy a presentar en el video de mi canal YouTube es un salto de entrenamiento que hice durante el curso de habilitación alta cuota y procedimientos a oxígeno.
Realmente, lo que cambia entre este salto y un salto de una cuota inferior es simplemente el hecho de llevar cargada la botella de oxigeno y la mascara a media cara puesta, y, obviamente, el tiempo de caída.

¡Buena visión y suscríbanse al canal YouTube para ver más video!



Caída libre - Paracaidismo

Quiero compartir un vídeo de un salto en paracaídas en caída libre, de hace algunos años, hecho en Italia.

No lo quiero mostrar porqué tenga algo de técnico o táctico de relevancia, esta vez lo quiero hacer solo por el panorama.

Buena visión y sigan también mi canal YouTube!


Estrés Postraumático


En ingles tiene un acrónimo, PTSD, Post Traumatic Stress Disorder, quiere decir “desorden de estrés postraumático".

Ósea, una descompensación del comportamiento, de los pensamientos y sentimientos, que una persona puede sufrir, después de un trauma.

No estamos hablando de un trauma físico y visible, o por cierto no es este el principal factor causante.
Generalmente lo que alimenta esta forma de distrés es el vivir en primera persona situaciones, accidentes, avenimientos a fuera del ordinario, los cuales afectan a las personas involucradas, y cada uno reacciona en manera diferente.

En internet se pueden encontrar montones de páginas, estudios y estadísticas sobre este tema.
En los años recientes, las fuerzas armadas occidentales han sido tocadas por este tema de una forma extremamente intensa, debido a las cantidades de operaciones ejecutada en el mundo.

¿Entonces es una enfermedad nueva?
¡Absolutamente no! Hay escrituras de los antiguos romanos y después, de la época del medioevo, en las cuales se cuenta como los soldados y caballeros, después de vivir la violencia y la brutalidad de una batalla, quedaban traumatizados.

Dificultades en el dormir, pesadillas, resentimientos, dificultad en socializar y en hablar…
Situaciones, que, se no superada, pueden llevar al aislamiento del resto del mundo, depresión, actitud violenta, y como extremo, hasta al suicidio.

Creo que se pueda afirmar, que desde que el ser humano inventó la guerra, el estrés post traumático nació con ella.

¿Cuál es la cura?
Como explico en la página de presentación de este diario, no tengo la presunción de decir soluciones a problemas, y menos me atrevería sobre este tema, tan complejo y articulado, lo cual no involucra solamente la psicología, si no, también la sociología y la psiquiatría.
Lo que puedo hacer, y quiero hacer, es compartirle mi experiencia personal.

Sobre el estrés postraumático he aprendido por experiencia directa e indirecta que no hay preparación, entrenamiento, “mindset”, que te pueda preparar para afrontar situaciones inesperadas.
Este distrés puede afectar hombres o mujeres, reclutas u operadores de fuerzas especial navegados, jóvenes que acaban de salir del colegio o personas maduras cerca al retirarse… no hay un blanco específico para esta patología.

Cuando, poco más grande de vente años, decidí de empezar mi aventura, tenía una visión bien realística de cuales podían ser los riesgos de esta profesión, sobre todo gracias a mi padre y al dialogo que tenia, y tengo con el.
Siempre estuve consciente que la muerte era una posibilidad concreta, igual que un trauma físico grave, como quedar paralizado, amputaciones u otras deficiencias físicas permanentes.
A un factor, pero no podía estar preparado: como mi mente pudiera reaccionar a una situación extrema.
Durante la preparación y el entrenamiento, el objetivo es estimular el cuerpo y la mente del futuro operador a situaciones afuera del ordinario, y la verdad muchos entrenamientos lograron este objetivo, pero uno nunca puede saber cuál será su reacción, por ejemplo, en un tiroteo, o a verse herido o ha recuperar un compañero herido o muerto.
Uno nunca lo sabe hasta que le pase, y también cuando le pasa, no es cierto que la reacción sea inmediata.

Personalmente a mi primer tiroteo reaccioné como se espera de un operador. Hice simplemente lo mío, con calma y control, respondí al fuego en forma eficaz, comuniqué al jefe de mi equipo la situación y al termino revisé mis armas y equipo, para asegurarme que todo estuviera operativo y no se había perdido nada.
Esto es lo que me pasó durante mi primera misión en Afganistán. No porque yo se o era mas bueno de otros, simplemente porqué dos años de formación estuvieron eficaces. La reacción que tuve, puedo asegurar, es la misma reacción que la mayoría de los compañeros del “nono” tuvieron, en diferente lugares y épocas.
A pesar de mi relativamente joven edad, y que fuera mi primera experiencia como operador, este evento no me afectó particularmente.

La circunstancia en la cual, si, sufrí profundamente, me pasó a tardar poco más de un año.
Había recién terminado, con excelente éxito, el curso de paramédico militar en EE. UU. (curso que marcó mi carrera como no podía imaginarme), mi esposa estaba en embarazo al octavo mes, mi destacamento, por una serie de cambios de personal maduro, no tenia un medic entre los operadores. Después de consultarme con ella, decidí que la cosa justa era arrancar con mi equipo por mi segundo turno en Afganistán, con la promesa de mi comandante de compañía de regresar por una licencia corta al término de la gravidez.

Así fue. Arranqué, y más o menos, en el primer periodo del turno, todo pasó tranquilamente. Pude regresar a mi casa, y, afortunadamente, ver nacer a mi hija. Después de 12 días con ellas, volví donde mis compañeros, a la vida operativa.
En ese escenario las cosas mudaron. No era solo que mi familia me hacia falta, si no que me sentía de faltarle a ellas, de no ser el padre y el marido que se supone un buen hombre tenga que ser. En ese momento, pero, las actividades eran muy frenéticas, que de verdad no se decir si este pensamiento estuvo racional o algo de profundo e inconsciente, de pronto lo racionalicé después de mi regreso.

En el segundo periodo de la misión, los avenimientos se intensificaron.
Una noche recibimos un ataque de cohetes y morteros en la base. A pesar de vivir en carpas, no sufrimos ningún daños ni heridos. La sensación era irreal. No había absolutamente nada que uno pudiera hacer para responder a esta amenaza. En un tiroteo, casi siempre hay algunas maniobras tácticas, por cuanto desesperadas, que uno pueda ejecutar, pero, en tu propia base, donde solo había reparos colectivos en concreto desmoronado como defensa, lo único que se podía hacer era esperar que los ataques terminaran.

Pasaron los días, hasta a llegar casi al término del turno, cuando nos ordenaron una acción directa (la primera de mi carrera), para capturar a un jefe talibán de una zona lejos 30 km.
La misión era compleja, porque había que atacar infraestructuras múltiples, pertinentes al mismo objetivo.
Después de una larga preparación se procedió a la ejecución.
Dos destacamentos de fuerza especial tenían que entrar en dos casas, mientras tanto un pelotón de Rangers Italianos protegían el externo.
La misión era complicada, y el hecho que, enseguida a nuestra llegada a 300 metros de los objetivos, empezó un macizo tiroteo, entre nosotros y un grupo insurgente a 4-500 metros mas al sur, complicó ulteriormente la ejecución.
Moviendo y cubriendo, entramos en la casa designada, cada uno cumpliendo con su tarea y cubriendo su sector o el cuarto asignado.
Parte de mi tare era bonificar y controlar un patio interno, donde parecía haber animales y un pozo.
Allí fue que me enfrenté a lo que no podía imaginarme, y por la única vez en 12 años de operaciones especiales, mi cerebro, se congeló, por un momento inconmensurable, pareció eterno, pero de verdad duró menos de un respiro.
Eran aproximativamente las 03:00 am, y frente a mí, tomando agua del pozo, una mujer de posiblemente 25-30 años, con una barriga hermosamente grande que indicaba no faltar mucho a la llegada de una nueva vida.
No se decir si mi mente corrió a miles de kilómetros, donde mi esposa estaba durmiendo con la hija, que casi no me conocía, o, simplemente, viendo las manos vacías (de armas) de la persona en mi sector, mi cerebro acelerado se preguntó que estaba haciendo una persona, tranquilamente tomando agua en el medio de un tiroteo nocturno.

Seguidamente a la fracción de segundo mas larga de la historia, la operación continuó sin particulares problemas, y después de un tiempo mínimo de permanencia adentro de esas casas, nos fuimos.

Desde ese evento, no faltó mucho tiempo para regresar a la casa.

Allí fue que viví la experiencia de estrés postraumático, de la cual solo había leído o escuchado indirectamente algo.
En mi caso no fueron tantas las pesadillas, sí, me demoraba para coger sueño, y a veces me despertaba, pero lo que me afectó en forma violenta era la incapacidad de hablar y comunicar con mis queridos, sobre todo con mi esposa.

Individualmente no podía entender lo que estaba pasando, ahora me parece bastante claro, y de pronto natural, pero en esa época no tenia idea de lo que estaba pasándome.
A sumarse a mis problemas, era la época de navidad y año nuevo. Las pólvoras nunca me llamaron la atención, pero ese año, puedo decir de haberla odiadas. Cada grito de niños en la calle, cada pequeña explosión me hacia saltar y sudar frío.
En final, mi hija, que tenias apenas unos meses, no quería ser cargada ni tocada de mí. Reacción puramente instintiva y natural, no me conocía, y la única persona en que podía confiar y buscar refugio era su madre. Pero esto también se sumaba a todo lo que me estaba cargando.

¿Como superé esta fase?
Después de un par de semanas, en la casa, mi esposa empezó a hablarme e a investigar sobre lo que me estaba ocurriendo. Gracias a su calor y su apoyo, pude empezar a explicarle lo que había vivido, y gracias a ella pude empezar a metabolizar los eventos de los últimos meses.
A pensarlo después de años es todavía increíble, que ella, mujer que quedó sola por meses, a encargarse de todo, inclusive la nueva vida de la cual fue única responsable por un tiempo, viviendo una condición de estrés (no postraumático, si no postparto), tubo la energía vital de cuidarme y sacarme de lo que podía ser una reacción a cadena destructiva.
Una vez más, soy agradecido a ella, para haberme permitido de superar unos y unos más, momentos increíbles de mi fantástica vida.

Este es la que considero mi experiencia mas dura relativamente a el estrés postraumático. Me considero extremamente afortunado al haber superado un problema tan complejo sin ayuda de especialistas. Desafortunadamente no es así para todos.
El PTSD es una plaga viva y devastadora, y no solo para militares.
El paso más importante que se pueda hacer es auto sensibilizarse, darse cuenta de que algo está pasando, que mis reacciones a el ordinario ya no son la de siempre. Y de allí buscar ayuda, un soporte, porque salir de eso solo no es siempre posible.

En seguida seria importante poder contar con el apoyo social y psicológico de la organización. En nuestro caso, tristemente no es así. En las fuerzas armadas italianas y hasta mas en la comunidad de las operaciones especiales, el soporte psicológico está interpretado como una debilidad, como un gasto de tiempo.

¿Entonces?
Creo que lo que queda es contar en el apoyo de los camaradas y de los queridos, pero, esta seguramente no es la solución perfecta, ni la mas segura.

Álbum fotográfico: MONTAÑA

Álbum fotográfico: MONTAÑA

  • Alpinismo, una de las actividades que mas me gusta, escalada, alpinismo, esquí, invierno, verano...todo lo que tiene relación con la montaña.

SOF - Fuerzas Especiales: Entrenamiento técnico de alpinismo en los Alpes Italianos






  • Esquí-alpinismo. Esta foto fue tomada al terminar un entrenamiento de Reconocimiento Especial (Special Reconissance) de destacamento operativo, esperando el helicóptero para la extracción. Un total de 5 días y 5 noches en los Alpes. Todo lo necesario para vivir y cumplir la misión el operador tiene que cargarlo. Desplazamiento oculto nocturno con los esquíes, descanso táctico diurno, escondidos en el bosque, lejos de cualquiera fuente humana. Actividad de observación y recopilación de informaciones, tomas de fotos y vídeos y envío al cuartel.
Una de las actividades mas completa y dura para un equipo de fuerzas especiales, y también debilitante para el cuerpo. Al termino de la semana, todos sufrimos de algún dolor al cuerpo, yo sufrí bastante a los brazos. El cargar la mochila por todo ese tiempo, me causo un sufrimiento tempraneo a los nervios de los hombros, y consecuentemente, apenas me acostaba, empezaba el "hormiguero" a los brazos, no dejándome dormir. Solución: por cuatro noches me tocó dormir sentado.


SOF - Fuerzas Especiales: entrenamiento táctico en alta cuota en los Alpes Italianos. El gorro es un "pacol" el típico gorro de lana Afgano.